Montar
tu propio negocio José Mujica |
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Carisma
La población venezolana se encuentra en estado de Shock
por los últimos acontecimientos sociales, económicos y políticos. Sabemos por
experiencias del pasado que estos eventos deberían ser
temporales. Nuestra empresa nació en plena crisis de la maxidevaluación del año 83 y
aprendió a sobrevivir en ese estado. Después de nuestras primeras amargas experiencias,
encontramos un nicho de mercado en los institutos educativos. Llegamos a instalar más de
60 en tres años. Cuando ese nicho comenzó a agotarse ya habíamos encontrado otros. Ingeniárselas Esto no le va a gustar a los abogados que lean este artículo, pero pienso que es mi deber comunicárselo a los alumnos de un país del tercer mundo. El documento original de mi empresa lo copié de un "periodiquito" legal, busqué el que más se pareciera a lo que yo quería y lo adapté. Luego, en una segunda búsqueda, me encontré con un abogado en bancarrota que firmó el documento por $.3,oo
Para los muy chamos En mi país no eres realmente mayor de edad hasta los 21 años. No se como me enteré, pero supe a los 16 años que tu padre te podía hacer un documento de emancipación legal. En este documento te autoriza para hacer negocios, registrar empresas, solicitar créditos, hipotecar, etc. ¿Adivinen lo que hice a los 16 años?
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Un porcentaje de mis alumnos se me acerca de vez
en cuando para decirme que espera montar su propio negocio. A pesar de saber por
experiencia que en la vida no hay garantías para el éxito, quisiera mencionar algunas
vivencias personales que aspiro puedan dar alguna orientación en este sentido a los
interesados. Estimo a éstas alturas de mi vida que un negocio propio, donde uno sea su propio jefe, debe ser el sueño de muchos. Afortunadamente para esos muchos hoy es muy fácil independizarse, aunque no necesariamente sea seguro alcanzar el éxito. Ayuda el concepto "newyorkino" de la zona de SO-HO (Small Office-Home Office), ahora puedes trabajar desde tu casa si te dotas de la infraestructura adecuada. Lo primero que es mi deber aconsejar es pesar en la balanza las ventajas y desventajas de ser independiente. Dentro de lo que considero las desventajas se encuentra la seguridad social, algo que los independientes dejan de último y a medida que pasan los años comienza a pesar demasiado y en ocasiones se hace penosamente inalcanzable. Si trabajas para una buena institución, puedes tener por seguro en la mayoría de los casos que tendrás atención médica, para ti y para tu familia permanentemente. Tendrás jubilación, probablemente créditos hipotecarios, vacaciones, gastos funerarios y hasta becas de estudio. Debes recordar que el hombre entre los 18 y los 38 años se cree dueño del mundo, pero depués de los 38 comienza a entender que si tiene suerte, solo es dueño de su mundo. Si una vez usada la balanza se observa que todavía se inclina hacia la independencia, el siguiente paso será evaluar los recursos con que se cuenta. ¿Tienes carisma, clientes potenciales, un producto innovador o un buen capital? Si tienes un buen capital este artículo muy probablemente no es para ti. Y hablando de carisma hay gente que le sobra desde que nace, montan una conversación y la lideran a donde llegan. Son individuos generalmente simpáticos que caen bien a todo el mundo. Si cuadras en ese perfil ya tienes medio mundo ganado. La otra gran posibilidad es que por tus ocupaciones habituales poseas una cartera de amigos y/o clientes potenciales. Por ejemplo a lo mejor tienes 6 años como roadie de una banda con muchos seguidores y conoces a mucha gente de tu medio, esto también funciona bien. Lo que debemos concluir es que una de las llaves del éxito seguro es la clientela, puedes tener el mejor producto del mundo, pero si nadie te lo compra tienes una gran problema. |
UNA HISTORIA
PERSONAL A los 18 años me regalaron un viaje a Nueva York, no viajé. En cambio me compré un sistema de Audio y dije que lo alquilaría, obtendría de nuevo el dinero del viaje y me quedarían los equipos. Así lo hice. Cuando mi círculo de amigos no pudo suministrarme más contratos de alquiler, preparé unos panfletos de dos hojas terriblemente escritas a máquina y visité varios hoteles ofreciendo mis servicios. El primer hotel de la cadena Meliá que se instaló en el país, me llamó para un contrato. Pedí dinero prestado para alquilar una camioneta y me trasladé al Estado Vargas con mis equipos, cuando llegué habían contratado a otra empresa. No tenía experiencia, así que no había contrato firmado. Pero el gerente, tal vez al verme tan joven me pidió disculpas y me prometió que de ahora en adelante todos los contratos que salieran serían míos. Para mi sorpresa, el hombre cumplió y mi vida cambió. Compré equipos por toneladas y hasta una camioneta importada de agencia. Cuando me cansé de las fiestas decidí que sería empresario y monté una oficina en mi casa con un socio. Solo me quedaban unos equipos y no tenía capital, así que por ignorar que uno podía registrar una empresa con un inventario de "peroles", trabajé con el nombre de mi empresa ilegalmente durante un año. Era muy penoso cuando te preguntaban "¿A nombre de quien te hago el cheque?" Venían las mentiras del momento: "Hágalo a nombre mío porque en este momento tenemos un problema con la cuenta en el banco". El otro problema que tenía que enfrentar era el de la imagen, mi abuela con su voz estridente y muchas veces malhumorada contestaba las llamadas de los clientes. La solución fue comprar otra línea telefónica y tenerla en mi cuarto bajo llave. Los primeros tiempos fueron terribles, la primera consola Tascam que vendimos en el año 83, fue para un estudio de cine que nos envió una orden de compra. No teníamos dinero para comprarla, por lo que pedimos prestado a varios amigos con la promesa de retornarles una pequeña ganancia en un par de días. Con todo y eso no nos alcanzaba el dinero, por lo que planeamos algo. Haríamos que el mensajero del cliente viniera hasta la puerta del edificio con el cheque, yo lo recibiría con la factura y con la excusa de que mi socio iba a ir a nuestro depósito inexistente a buscar la consola. Mi socio correría al banco a cambiar el cheque del cliente, iría al distribuidor a comprar la consola y se vendría en un taxi hasta la puerta del edificio para entregarla. Todo salió bien, menos mal porque ya no encontraba de que más hablar con ese mensajero. |
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